Valle Martín (Santa Cruz de Tenerife, 1975) es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna y CAP en fotografía por la EFET École de Communication Visuelle de París, Francia.

Esencialmente fotógrafa, aunque su trabajo va de la pintura al diseño gráfico, suele utilizar principalmente la arquitectura y el paisaje en asociación a la memoria individual y colectiva, el paso del tiempo y la explicitación del carácter universal de sus implicaciones históricas, culturales, sociopolíticas y psicoemocionales.

Entre sus exposiciones previas destacan las individuales “Insulae” (2020) para la Fundación Mapfre-Guanarteme y “TrackList” (2014) para el Centro Municipal de Arte Gráfico de Santa Cruz de Tenerife, el Centro L´Arena de Gijón y el Auditorio de León. Entre sus exposiciones colectivas cabe mencionar “En el desván” (2024, Fundación Sierra Pambley, León), Fotonoviembre (2021, Colegio de Arquitectos, Tenerife), “Open Itinera” (2019, Museo de Arte e Historia de Durango, Vizcaya) o “Sobre Papel” (2017, Círculo de Bellas Artes Santa Cruz de Tenerife). En 2019 ganó el Premio César Manrique – Paisajes de vida y ha sido finalista del Premio Manolo Millares – Cajacanarias de fotografía en dos ocasiones. Su obra forma parte de las colecciones de la Fundación Mapfre-Guanarteme y Fundación César Manrique.

 

 

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Mi práctica artística es una constante búsqueda de la esencia, un proceso de despojar las formas y los conceptos de todo artificio para llegar a la verdad que reside en su núcleo. El minimalismo es un hilo conductor en lo personal y en lo profesional. Esta filosofía también ha definido la elección del papel como mi medio primordial: un material humilde y primitivo, a la vez efímero y accesible, que funciona como archivo físico de la memoria.

Actualmente, la arquitectura ocupa un lugar central en mi trabajo. Más allá de ser una forma física, la concibo como un paisaje mental cargado de memoria personal y significado universal. Desde siempre, he soñado con espacios: casas infinitas, estructuras inacabadas, escenarios sumergidos en agua. Mi inconsciente utiliza estos lugares como metáforas que reflejan mi psique, territorios donde convergen el orden y el caos.

A través de mi obra, transformo estos espacios en contenedores emocionales, testimonios visuales de lo que se construye, se desmorona y se recuerda. Así, la arquitectura trasciende su función como escenario físico para convertirse en un lenguaje emocional, una narración de lo que somos y de lo que hemos sido.