El Monumento al mar, situado en el Lago Martiánez (Puerto de la Cruz, Tenerife) es una escultura arquitectónica transitable inmersa en el agua. Se trata de un lugar que se despliega en infinitos espacios por el cambio de la luz y la posición desde donde observo y donde se abre una percepción hacia lo poético y lo antiguo.

En mi proceso creativo parto de preguntas como ¿por qué este material? y ¿por qué este color? para indagar en la mirada del artista. Una vez agotadas las preguntas, decido experimentar con un movimiento nuevo, y transitar la longitud del contorno de la piscina que contiene el monumento; en este movimiento encuentro la imagen que dio lugar al premio de la convocatoria del concurso fotográfico «César Manrique. Paisajes de vida».